El día que me gané a mi mismo

El día que me gané a mi mismo
Y direis que no es bonita

martes, 18 de enero de 2011

Mi profesor de matemáticas:
¿Quién no ha tenido un profe de mates?, yo de hecho he tenido varios, recuerdo a “la chusa”, en la E.G.B., si E.G.B, que soy muy mayor, soy de esa calaña de malos estudiantes de los 70, y a mucha honra, y en B.U.P, a Consuelo, Belén, y ya paro, que me voy, y hoy quiero hablar del mejor, de mejor profe que nadie pudiera tener, y ese es mi padre, si, si, mi padre, “el Teo”, y algunos de los que lean esto, y le conozcan, dirán sorprendidos, ¡pues no sabía que Teo era profesor de matemáticas!, pues si señor lo era, o mejor dicho lo es, porque sigue ejerciendo, lo que ocurre es que su más sincera humildad, le hace que no lo vaya pregonando abiertamente por ahí, el imparte sus clases de manera sutil, exclusivamente para gente muy lista, y no quiere decir, que él se niegue a dar clase a nadie, no, no es eso, le va dando lecciones a todo el mundo, constantemente, y el tío ni se altera, es más, ni se cansa, y sigue, y sigue, si, que se que lo estáis pensando, como el conejito de duracell. Y yo que además soy su hijo, pues soy el que más clases recibe, y además, no gustándome las matemáticas, con el me doy cuenta de lo importantes que son en la vida, y es que sobre todo hoy, donde prima lo material, a ahí está nuestro error, desde mi punto de vista, las aplicamos ahí, y no, ahí es donde nos equivocamos, y mi padre las aplica divinamente, y claro, así pasa, que allá donde imparte una de sus clases, se van quitando el sombrero por donde pasa, y yo, el primero, y encima me siento orgulloso que los demás lo hagan.
Pues mi padre, me enseñó a sumar, a sumar amigos por donde pasa, a sumar gente que siempre habla bien de él, a sumar horas y horas de trabajo sin quejarse nunca de porqué, a sumar madrugones por el bien de su familia, y no divagar ni un solo día. Pero lo más curioso es que todas estas enseñanzas, es que como decía antes, es para gente sutil, porque él no te decía esto se hace así o se hace asao, te lo demostraba desde su propia persona, y eso está al alcance de muy pocos.
Me enseñó a restar, a restar importancia a las cosas no importantes, como el dolor, le he visto retorcerse por diferentes causas, por ver, le he visto hasta los intestinos, pero de cerca, y ahí plantao, ni mu, a restar importancia a las mentiras que puede contar la gente, a restar enemigos por el camino con su bondad, a restar malas caras ante la gente que le cae regular.
Me enseñó a multiplicar, multiplicar los esfuerzos en esta vida sin pedir recompensa alguna por ello, a multiplicar pero por cientos la acciones que hace por los demás sin esperar nada a cambio, y se ruboriza encima cuando se lo reconocen, a multiplicar el cariño por su familia, por su mujer y dos hijos, donde estoy yo, a multiplicar los riesgos, por unos pocos duros de los de antes, para que en mi casa no faltase nada, a multiplicar el valor en las ocasiones donde uno no está fino, y lo sacó
Me enseñó a dividir el cariño por los demás, y a aplicar a cada uno lo suyo, me enseñó a dividir los buenos momentos y recordarlos en los momentos justos, me enseñó a dividir las horas del día, en una hora trabajo, en la otra, también.
Me enseñó hacer ecuaciones de cómo llegar a todos los sitios con puntualidad británica, y es que su lema es que si se puede estar una hora antes, ¿Por qué estar en la cama durmiendo?
De resolver problemas ya ni hablamos, aquellos que yo como hijo no lo sabía, ni lo imaginaba, el podía y puede, lo que sea, y una vez en el teatro del cole de mi niña, le oí a un tal Ronald Macdonals, que los padres resuelven siempre todos los problemas, y no era del todo cierto, porque hay auténticos inútiles, egoístas, y demás calificativos, que aquí estoy para ensalzar y no destruir, y al mío, no se le resiste nada, si hay que subir a un árbol a podar, lo hace, si se rompe un cerradura a las 5 de la mañana, pues igual, si se atasca una situación económica también, y ¿que más se puede pedir?. Las veces que me ha sacado y saca de problemas, problemas que no es que no supiese resolver, sino que no me deja, porque antes de resolverlo yo mismo, me lo vuelve a enseñar, y así… “suma y sigue”
Cualquiera que lea esto, dirá, pues con la edad que tienes Javier, ya debes ir pareciéndote a tu padre, ¿no?, pues no, la verdad que no, estoy en ello, y es que yo soy un poco zote para algunas cosas, y no es que no lo intente, pero muchos de mis caracteres chocan de manera directamente proporcional con lo aprendido, que aprender, lo que se dice aprender, lo aprendo, pero lo de aplicarlo….es es muy complicado o al menos para mí, pero estoy en la lucha, y me gustaría algún día ser tan buen profesor como él, pero a veces es orgullo interno, esa soberbia, esa prepotencia, no te deja ver más allá de dos deditos, y en ello estoy de momento solo puedo admirar a mi profesor de matemáticas, y dudando llegar a tal alta altura, me encantaría ser catedrático como él.

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