El día que me gané a mi mismo

El día que me gané a mi mismo
Y direis que no es bonita

martes, 16 de noviembre de 2010

La Madre de todas mis Batallas

Y es que nunca sabes donde la vas a tener, aparece por si sola, son cosas que pasan, y simplemente hay que estar preparado, cuando pasa el tren…subirse. Y todo parecía presagiar un domingo tranquilo, ese día que uno sale mentalizado para lo que llamamos “rodar”, que para los no iniciados es correr al 70% de tu capacidad, un día perfecto para disfrutar de tu estado de forma, un día además en el que estrenaba zapatillas, zapatillas especiales además, regalo de unos muy buenos amigos, pero cambio radical de marca, ese cambio que a los corredores no nos gusta hacer cuando un modelo nos va bien, pero que siempre que las tienes en la mano dices…hoy, pero a no ser que te las regalen nunca das el paso, y hoy era ese día, tan maníaco soy, que ni si quiera los cascos me llevé, para observar cada detalle de mis nuevas zapas, el sonido al pisar, su forma, su color, y elegí un recorrido conocido dieciocho kilómetros, con subes y con bajas, pero da igual, hoy es de relajo, o eso al menos creí yo, nada mas lejos de la realidad, al “Beleño”, por casualidades del destino le esperaba la batalla mas perseguida desde hace años, llevaba unos cuarenta minutos de carrera, y a pesar de que los había hecho mas o menos rápido, iba francamente bien, pero vista a la derecha y apareció, FELIX, de unos cincuenta años, en el último MAPOMA, 3,06, 1º de su categoría, siempre pilla trofeo, nunca le gané, un autentico atleta, un súper ejemplo, imposible meterle mano, hasta hoy, automáticamente, cambió su bajada, por mi subida, saludos, y subida de impuestos, de correr a 4,35 Km., a 4,15, y encima de subida, no se puede evitar, subida terrible de palomeras, así no se puede pasar un domingo, en un momento dado le digo, si lo sé, no te saludo, su contestación me abrió el cielo, venga paramos un poco…en el argot, esto es un intento de engaño, crees que voy mejor que tu, pero te digo que aflojo porque no voy nada cómodo, a lo que contesté, no, no, venga vamos a entrenar ya que estamos, hoy es tu DIA Javier, y ahí es donde empezó la batalla, conocedores los dos perfectamente del terreno, no había ventajas para nadie, y subiendo empezamos a subir a 4 minutos el Km., y como desvaneciéndose su figura, desaparecía de mi lado por momentos, y esto da alas, mas apretaba, finalizando la cuesta me giré y paré, intentando respirar, para demostrar superioridad, y me dijo, no sin cierto ASOMBRO, ¡¡¡vas muy bien!!! A lo que conteste con algo de falsa humildad, es que no he corrido el maratón este año, pero decido en esos últimos 800 metros de cuesta pegar otro apretón importante, mal oponente, de esos que no te deja, pero hoy…hoy no te toca amigo FELIX, y le coloco otros poquitos metros de por medio, como llego antes recupero mejor que el, y toca bajadita, pero es un cabezón y no afloja, y me siembra de dudas, pero pronto saldremos de dudas. Aun queda lo peor de regreso, carril bici hacia Moratalaz unos 600 metros durísimos, no hay diálogo, solo piernas, y comienza la subida, hay que morirse, le tengo que sentenciar, aquí sabré si se ha dejado algo, pues no, no se ha dejado nada, le he vuelto a meter, y hago lo que mas puede herir a un corredor en batalla, volver a buscarle y preguntar ¿vas bien?, no hay cosa que mas reviente a un corredor herido, y como buen maratoniano, no dobló, me probó un par de veces antes de llegar a una de las últimas cuestas, no puedo asgurarlo, pero juraría que corríamos a menos de 4 el km. Seguro, pero no solo no me separé de el, sino que le marqué siempre un paso por delante, solo le quedaba una oportunidad, con una sola bala en la recámara, y era la última de las cuestas que es mortal de necesidad, rodea Faunia y tendrá un 200 o 300 metros, no más, pero a parte de ser en curva, pica muy para arriba, al final está mi casa, mi estrategia de carrera, porque eso fue una carrera, y no una salida de domingo, estaba clara, no dejarle recuperar para llevarle tocado al inicio de la cuesta, y allí morirme directamente con el corazón por debajo de la lengua, a todo esto, no os he hablado de los que pasábamos, nos miraban, riéndose algunos, no sin razón claro, y llego la cuesta, y ahí nunca hay que mirar atrás, ni el reloj, solo al frente, cayó fulminantemente, y logre hacer 18 Km. en una hora cero nueve, una vez que tomé aire, mientras terminaba de llegar mi amigo el derrotado, le dije yo me quedo aquí, vivo justo ahí, el me dijo, yo me voy a casa, ya he tenido suficiente, manera humilde de reconocer que hoy, y sin dorsal, puesto que no hacía falta, fue derrotado por el alumno, así una vez terminada la batalla y en la soledad de mi ascensor, fue cuando ya me cagué por las patas abajo, y es donde piensas, ¿de verdad que esto merece la pena?, pues si la verdad, y mucho. Esto que aquí cuento se puede creer o no, pero es lo que hay, o preguntarle a FELIX o a mí, y en su defecto intentarlo otro día.

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